HORA BRUJA / SOÑAR EN LA HABANA VIEJA
Paseo por el malecón en la HabanaVieja Sonaba la música, los cuerpos bien ajustados y las mejillas de ambos muy juntas. No había huecos, nuestros pies se movían sin casi despegarse del suelo, mientras una débil bombilla roja nos iluminaba. ¿O eran dos? Tan sólo la guapa mulata cubana Elmira y yo estábamos en la pista de baile mientras sonaba la voz de Simón Díaz con su “Luna de margarita” convertida en un destello dulce de fuego y brasa muy viva, como el más increíble susurro habanero. Estábamos en la zona central de una sala de fiestas tranquila, casi clandestina, aunque muy cerca del romántico malecón donde a la luz de las estrellas, las parejas se besan y acarician, y yo era el hombre más feliz del mundo. Era hermoso sentirse cubano en Cuba y a mí la isla me prendó. A Elmira la conocí hace muchísimos años en pleno vuelo que hicimos juntos de Madrid a La Habana, con escala en Gander (Canadá). Mujer muy esbelta, guapa, decidida, culta y simpática, regresaba a su país a encontrarse d