A MI MANERA / ADIÓS MI ESPAÑA QUERIDA

Una  hermosa foto con entrañable sabor del Toulouse de los atrás los atrás-


"Manitas”  rascaba la guitarra con  rabia, con nervio y sentimiento, un  “Adiós mi España querida” que erizaba la piel a todos los parroquianos de un bar ubicado en el centro de Toulouse (Francia) en el que se respiraba aire y aroma español, aderezado a base de tortilla de patata con cebolla, boquerones fritos,  sardinas rancias, ajos tiernos a la plancha, ajoarriero aragonés.  El local estaba pletórico de  de espectadores  asistentes con los ojos bien encendidos e hinchados de líquido lagrimal que arranca de unos pies vivos, pasando por el corazón, y de allí a lo más profundo del ser humano que sufre henchido y lanzado hacia unos cerebros  cargados y con una energía poderosa tan especialmente llena de expresividad, que gira y gira y provoca unos oles que desgarraban con pasión  el ambiente y penetraban en   el interior y exterior de las almas sensibles. !Ay  mi España querida, aunque soy un emigrante, jamas en la vida, yo podré olvidarte. De allí nacía un quejido profundo sin pausa y sin fin. ..

Todo ello sucedía en  torno a los años de postguerra y continuó hasta un tiempo después, aunque fuese en esa lejanía que tantos y tantos guardamos en el  propio interior.. Aun hoy, en el entorno de la Rue de Trois Pilliers suenan unos ecos marcados por los recuerdos marcados por la historia que jamas se ha de borrar. En el número 9 de dicha vía se daba vida  a un local de cuatro pisos, en el que entre otros estaba ubicado “El Maño”, un restaurante donde se cantaba a este país que plagado de un amor tan ciego y sentido  por parte de unos asistentes que sacaban y esparcían fuego desde esas entrañas que grababan sentimientos cargados de pureza.

Melchor, por su parte, era un hombre maduro que debido a los efectos guerrero civiles hicieron de el un ciego físico que sacaba los sonidos más entrañables llenos de raíces profundas, de esas que dejan huellas imborrables, que ademas de impartir como nadie con los ojos los cantares de España, transmitía  desde su interior los hechizos y sonidos de quienes habían sido sus “exaltados compañeros” en tan cruentas batallas. Un buen día, en el mencionado   bar de la Plaza del Capitol que en la actualidad sigue transmitiendo  sus siempre inolvidables recuerdos en vibrantes sesiones de suspiros españoles, “Manitas” le pregunto a don Jose “El Maño” si le daba permiso para descolgar  la guitarra a fin de soltar generosamente lo mejor de sus notas más selectas y de esa voz privilegiada acompañada de un toque soberbio. !que cante, que cante, que toque, que toque.... gritaba un público entregado desde el primer segundo.  “Manitas” descolgó una guitarra que allí mismo había tocado en tiempos Melchor  y desde los primeros segundos se producía el delirio total. Comenzaron los  sonidos y el palmeo más entusiasta. “Ay de esos suspiros de España, de la España en que nací... ya no se cuando volveré, no se si volveré”.

Pero Melchor volvió, pero volvió ciego cuando pasaba clandestinamente la frontera salvaje. Gracias  a don Jose encontró los primeros días de alojamiento y se puso a cantar a España, casi a las puertas de “el Maño”. Pero ese día resultó muy especial, dándose a conocer, y donde se puso a contar la historia de una parte de nuestra guerra, de un drama que no tiene calificativos , pero que si se repitió entre muchos escenarios naturales.

Al día siguiente a la misma hora, el público hispano francés abarrotaba la gran plaza para hablar de una España a la que todavía lloran en su interior. Allí formaban corros y exponían razones, motivos y argumentos de los tiempos de pasos clandestinos de frontera, con tiros llenos de crudeza que sonaban y hacían temblar marchas populares que eran como auténticos rayos destructores. Allí se peleaba sin piedad y se contaban anécdotas terribles, y algunas con sus toques de humor vomitivo. Recuerdo que hace ya un tiempo, no demasiado,  me planté en Toulouse en la Plaza Saint Sernaint para hablar entre grupos.Entonces saqué de mis bolsillos unas cuantas monedas de “duro” (cinco pesetas) por. “¿Y por qué sacas a relucir estos restos de una España de camisa negra?”. “Os las regalo para que tengáis un recuerdo mío”, me contestaron con expresiones de odio, mientras me dio por reír. “Tomad y observad cada una de estas monedas! Leedlas; a ver Paquito, ¿que pone?: “Francisco Franco, caudillo de España por la gracia De Dios. Dios que gracia...”

Eso si, afortunados o no, a fin de darle al acto un toque de cierta guasa, terminamos todos con el  himno de “ La Marsellesa” (No recuerdo si era la versión original gala, o la española cantada por Miguel Fleta)


 MANUEL ESPAÑOL 


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