HORA BRUJA / AIRES SOÑADORES EN PRIMAVERA
Estamos en una primavera en la que la noche es fresquita y hoy me encuentro de nuevo con aires soñadores que ponen a prueba mi capacidad de loco surrealista. En esta situación me ha dejado tía Cuqui a cargo de su casa del pueblo, y yo tan feliz con “Sultán”, el perro que me ladra y lanza su mirada irónica. Presiento que no nos vamos a aburrir. Trato de poner en marcha la imaginación para poder fabular cosas alegres y divertidas, pero el animalito que tengo al lado me insinúa que aun a pesar de que el invierno no hace mucho que ha dicho adiós, él todavía siente frío y con sus patas acariciadoras me insinúa que es momento para encender la fogata de la chimenea rodeada de una cadiera en la que tiempos ha se hacían las tertulias y se contaban cuentos y algunas verdades exageradas no exentas de simpatía y calidez. Aún recuerdo cuando era un pequeño disimuladamente infeliz y escuchaba el “Érase una vez una Ceperucita Roja que tenía siempre al lobo tras ella; pero el lobo era tan bueno y enamoradizo que se sentía utilizado cargando la leche para la abuelita de ella y los dos tarritos de miel que tanto le gustaban a la anciana. Al final Caperucita se apoderó de la voluntad de ese lobo que en realidad no tenía nada de feroz”.
Cuentos y tertulias aparte, vuelvo a la realidad que me acecha. Me paso al cuarto de la leña y transporto la suficiente para lograr un ambiente templado. “Sultán” a veces le da por cobijarse poniéndose a mi lado, pero hoy está en plan lametón y aunque no quiero ignorar el cariño que me da, se sienta sobre mis piernas, y trato de alejarle un poco de mi. Pobrete, se siente herido y gime a causa de mi brusquedad. “Lo siento, no está bien lo que te he hecho y te pido perdón, que no lo haré nunca más” . Vamos, una real disculpa en el idioma cervantino. El perro, un pastor alemán noble y cariñoso, como el lobo del cuento, me mira como diciendo que no me hallo en mis cabales; y algo enfadado ya se encuentra
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