HORA BRUJA / CANSADO DE HACER EL OSO


Enrique Jardiel Poncela, quien del ingenio marcó pauta imborrable para el teatro español.


Decía don Calderón de la Barca en "La vida es sueño", eso que se ha venido repitiendo a lo largo de los siglos hasta la saciedad, que  “en este mundo traidor, nada es verdad y nada es mentira, que todo es del color del cristal con que se mira“. Yo, Gabino, hombre tarado de la generación del 68, de esos que decíamos aquello de “La imaginación al poder“, de los que miran con el color del cristal que a uno le da la gana, hago mi abstracción y dedico a dar las más increíbles piruetas en torno esos mundos extraños que tanto me obsesionan, para crear tus propias realidades. Se trata de una experiencia onírica y envolvente que me ha permitido la introducción  de un grado de igualdad, con ilustres admirados míos de distintas etapas de la historia del calendario. Si, se puede hacer un alarde de imaginación de lo que después se llamó “la generación perdida". Y ahí estamos, buscando todavía el propio norte, aunque y parece que la brújula está loca. Pues vayamos cada uno con su locura en busca de la propia cordura, si es que se le puede llamar de esta manera.

En un espacio cualquiera, que solo se halla en mi mente, en un plano se encontraba Álvaro de la Iglesia, el hombre del humor mas disparatado y vivaz, director que fue de "La Codorniz"· (La revista mas audaz para el lector mas inteligente). Presente en tan extraña cita se hallaba igualmente  Jardiel Poncela, todo un genio del absurdo y el autor teatral mas imaginativo, ese que valientemente se decidió titular aquello de "¿Hubo alguna vez once mil vírgenes?". No faltaba tampoco Pedro Muñoz Seca, acompañado de su personaje don Mendo, uno de los favoritos, que decía venir con el ánimo de venganza en la reserva, por si hacia falta. Igualmente se hallaban otros dos de mis mas imaginativos maestros, Miguel Mihura y Julio Camba. Para una próxima   ocasión puedo prometer y prometo que no  ha de faltar Darío Fo, a quien le planteé la cita con muy corto espacio de tiempo y el hombre se hallaba centrado en evitar determinados pagos, y como él mismo dice en una de sus obras más famosas, “Aquí no paga nadie“.  El caso es que como mi  imaginación  desvariada ha avanzado tanto, cada uno de los personajes citados lo sitúo en su correspondiente espacio, envueltos todos en uno general que permitía mi trasvase personal por los variados escenarios, a fin de tenerlos “controlados“ y a la vista de mi mente. ¿Hay alguien que se lo pueda creer? Por cierto, que me gustaría también hacer referencia a Julio Verne, que seguro me inspirará tantas y tantas cosas... Ese si que era un prodigio futurista en el mundo de la aventura, la tecnología, que tan bien nos hacia  soñar momentos cargados de deliciosos romances pletóricos de ardor guerrero.

Quería aprender de los genios y que me contaran sus secretos. Pero como son grandes maestros y yo un mal alumno, pienso que son inimitables. Así que lo mejor es leer sus obras y disfrutarías con su dominio narrativo, también con su ternura y con su inteligencia inigualable.

Quisiera insistir en las lecturas de Álvaro de la Iglesia, lo equivale a un partirse continuamente de risa. ¿Has leído "En el cielo no hay almejas”?, me pregunto viendo su imagen. ¡Como no iba a hacerlo! Entonces me viene a la memoria su relato El nacimiento de un río, en el que hace referencia a una joven montaña preñada, que siente las molestias del embarazo provocado en plena naturaleza. Ante la revolución del vecindario, es decir, de otras montañas más viejas, de pájaros, liebres y cochinos entre la demás flora y fauna, todos ellos con el don de la palabra y con un idioma común, animan a la “joven madre” que saca de sus entrañas un pequeño riachuelo, que con el paso de los siglos y tras enriquecerse con las aportaciones de sus afluentes, desemboca en el mar ante la alegría de una mamá  que cuando salen nuevas corrientes de sus entrañas, estas le dedican un tierno “!adiós mami!” Otro día no seria de extrañar que me refiriese a su novela "Yo soy fulana de tal", que también tiene su miga y no estaría nada mal desmigarlo. ¿Da usted su permiso, don Álvaro?

 Conocí a De la Iglesia en Zaragoza, y esto si es verdad de la buena, siendo servidor un  niño, cuando firmaba uno de sus libros en las fenecidas Galerías Preciados. Ese día era coincidente con el aniversario de la boda de mis padres. Así que como la ocasión lo merecía, me rasqué el  bolsillo todo lo que pude incluyendo la sisa, y se lo llevé al autor para la firma. La dedicatoria fue realmente hermosa, y el se levantó de su asiento y me dio un abrazo que me pareció tan emotivo... Para ser un maestro del humor hay que ser también muy sensible.

Sensibilidad, gracia y emoción transmitía igualmente Jardiel Poncela. "¡No te pases en calificativos Gabino!", decía mi siempre acompañante y asesora Jimena, sobre este  rey del ingenio ante la mirada divertida del listo de mi sobrino Currito, que sabe de todo, lo cual no soporto, aunque le quiera mucho. El caso es que siempre recordaré y me mantendré en deuda con  Jardiel, entre otras novelas por "La tournée de Dios". Y es que, en tal obra está garantizado el mas fino humor, no faltando tampoco las carcajadas de máxima admiración hacia un autor tan sorprendente. ¡Hace falta osadía y amplitud de miras para traer a España al mismísimo Dios y hacer venir al Papa de turno desde Roma, viajando en un zepelín, a fin de reunirse con el “superjefe” en lo alto de un cerro. También que a Jardiel no se le ocurrió cosa mejor que por medio de unos periodistas (ya está aquí de nuevo la canallesca) llevárselo por Madrid a una sala de fiestas. Siento que el novelista no me hubiese incluido en el grupo canalla a fin de no perderme un momento tan histórico. Y rían ustedes con "¿Hubo alguna vez once mil vírgenes?", o la hermosa locura de “Los habitantes de la casa deshabitada“, o...   

El caso es que de “La codorniz“ (insisto en la revista mas audaz para el lector más inteligente) entra en plena lógica porque hacia falta ser inteligente para hacernos reír en la época del Movimiento del 18 de julio (*1) estaba llena de escritores y autores novelistas o de teatro,  ingeniosos, cultos y maestros en el idioma, especialistas en saltarse las barreras dictatoriales, de esos que ya no quedan. Uno de aquellos personajes era Miguel Gila, todo un triunfador de los textos y de la escena, con quien tuve la ocasión de hablar privadamente largo y tendido en una discoteca antes de una de sus actuaciones, cuando en España ya presumíamos  de democracia. Gila, que no decía ni culo, ni caca, ni pis, seguía haciendo reír como nadie sin tener que recurrir ni una sola vez a la menor vulgaridad. Habían salido entonces numerosos y nuevos “talentos“ que no acababan de cuajar, que aparecían y desaparecían con la misma rapidez. Para explicar esta circunstancia, Gila me dijo que “pertenezco a un tiempo en el que estábamos un tanto obligados a hacer trabajar a  la inteligencia y al idioma sin salirnos de las normas para seguir con nuestras filigranas. Teníamos fijados unos limites de los cuales no podíamos escapar, y aun con todo también llegaron a caernos unas cuantas sanciones. Ahora, como se puede decir de todo, al haberse suprimido la mayoría de las barreras, algunos se caen por el precipicio“.  “¡Huuf, cuantos accidentes hubo!”.

Si seguimos con el mundo del disparate mas congruente algo que es perfectamente posible porque a esta generación de escritores le sobraba el ingenio, seria imperdonable que no mencionara a un invitado tan especial como es Miguel Mihura (1905-1977) miembro destacado de la Real Academia Española de la Lengua, autor teatral, maestro del surrealismo, periodista y fundador de la revista “La ametralladora“, también pasó a ser otro “revolucionario“ de La Codorniz. Su relación con Álvaro de la Iglesia era tan especialmente buena, que en cierta ocasión decidieron unir sus talentos y del embarazo salió un parto tan divertido como “El  caso de la mujer asesinadita“.

Jimena sale al escenario

 Tan  abstraído me encuentro ahora en mis pensamientos, que Jimena, siempre pendiente de mi y con ganas sinceras  de ejercer la asesoría que un día ella misma se otorgó, siempre la tengo sin levantar la vista de  lo que hago, y al igual que mis anteriores redactores jefes, dispara a bocajarro y me dice de manera imperativa No te olvides de Tres sombreros de copa“. "Pero cómo lo voy a olvidar, mi vida, si precisamente esta obra la considero cumbre en el continuo homenaje que jornada tras jornada le dedicaba Mihura al arte de Talía“. Efectivamente, en “El caso...“ hay uno de los momentos que personalmente creo estelares, que cuando  lo leo o veo representado, mis carcajadas son de lo mas sonoro.  Recordemos uno de los pasajes en los que Dionisio, joven  enamoradizo que está a punto de casarse, pero que no sabe decir que no y no hace ascos a Paula, artista de circo muy guapa y dulce, que se encuentra solo en una estancia un tanto hotelera con Buby, un actor y músico negro de talla imponente, y que aparenta ser celoso. Entonces, para romper el violento silencio, Dionisio pregunta: "¿Y hace mucho tiempo que es usted negro?". Buby quiere no aparentar tanta fiereza, por lo que decide ser simpático y la contestación es esta: No sé. Yo siempre me he visto así en la en la luna de los espejitos...“.

Antes de que me lo imponga mi asesora y porque lo siento así, diré que la obra de Mihura  también abarca títulos tan celebrados que contribuyeron a auparle en la concesión máxima que se le otorgó, como es el Premio Nacional de Teatro:  “El caso de la señora estupenda“, “Carlota“, “Melocotón en almíbar“ y «Maribel y su extraña familia“ que son auténticas perlas dentro de un amplio y selecto abanico.

Y en este mundo traidor, en el que nada es verdad ni es mentira, que todo es del color del cristal con que se mira, con los ojos de la admiración debo referirme nuevamente a Pedro Muñoz Seca, todo un mago del humor escrito, cuyo testigo se lo pasó a su nieto Alfonso Usía, como si del mas digno sucesor se tratase. Cuando leo una obra, sea del tema que sea, solo quiero que sea buena, que tenga ingenio y buena fabulación, independientemente de las ideologías. Muñoz Seca era un genio que acabó en el paredón de fusilamiento. La mayor humorada de su vida la pronunció momentos antes de ser abatido. “Me vais a echar de este mundo, me vais a quitar del calor de  los míos, me vais a quitar de mis amigos; ya no voy a escribir mas... Pero lo único que no me vais a quitar es el miedo que tengo a morir“. Autor de LA OCA (Libre Asociacion de Obreros Cansados y Aburridos), entre un amplio panorama escénico, sin duda alguna  fue “La venganza de don Mendo”, que él mismo no dudó en calificar como “caricatura de tragedia“, la pieza teatral mas celebrada, en la que muere hasta el apuntador, y en la que cada verso puede parecer un chiste. Si no, refiramos el momento mas postrero con el suicidio del propio don Mendo, sirviéndose de un puña:

¡Fuera ocioso¡

¡Ved como muere un león!,

cansado de hacer el oso

Sabed que menda... es don Mendo,

y don Mendo mato a menda. 

Me gustaría seguir reproduciendo textos de estos personajes irrepetibles, Ignacio, otro de mis impacientes sobrinos. que espera que le invite a merendar cuando termine de escribir, no tiene consideración y al estilo Jimena me dice… “Hala tío, que eres  un plasta. No te extiendas tanto y termina...“ . Al chico puede que no le falte razón, porque la realidad es que a personalidades así, que hacen parir a las montañas, que son capaces de llevarse al  mismísimo Dios de discotecas, que colocan a sus protagonistas en las situaciones más disparatadas, hay que leerles de principio a fin. Así se darán cuenta que el humor elevado al máximo nivel es el mejor antídoto contra la tristeza. Seamos todos felices

MANUEL ESPAÑOL

1.- Movimiento del 18 de Julio: La inmovilidad del Movimiento. En aquella larga época, cuando un hombre quería piropear a una chica, le decía: "Tienes un movimiento, que ni el 18 de Julio"

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